[ Pobierz całość w formacie PDF ]

lo que fui para ti, y para mi fuiste,
aún será triste el recordar presente. 117
De aquella vida me sustrajo aquel
que va delante, el otro día, cuando
redonda se mostró la hermana de ese 120
--señalé el sol. Y aquél por la profunda
noche llevóme de los muertos ciertos
con esta carne cierta que le sigue. 123
De allí con sus auxilios me ha traído,
subiendo y rodeando la montaña,
que os endereza a los que el mundo tuerce. 126
Dice que habrá de hacerme compañía
hasta que esté donde Beatriz se encuentra;
allí es preciso que sin él me quede. 129
Virgilio es quien tal cosa me ha contado
-y se lo señalé-; y aquél la sombra
por quien se ha conmovido cada cuesta 132
de vuestro reino del que ya se marcha.»
CANTO XXIV
Ni hablar a andar, ni andar a aquel más lento
hacía, mas hablando a prisa íbamos
cual nao que empuja un viento favorable; 3
y las sombras, más muertas pareciendo,
admiración ponían en las cuencas
de los ojos, sabiendo que vivía. 6
Y yo, continuando mis palabras
dije: «Y asciende acaso más despacio
de lo que en otro momento lo haría. 9
Mas dime de Piccarda, si es que sabes; 10
y dime si estoy viendo a alguien notable
entre esta gente que así me contempla.» 12
«Mi hermana, que entre hermosa y entre buena
no sé qué fuera más, alegre triunfa
en el Olimpo ya de su corona.» 15
Dijo primero; y luego: «Aquí podemos
a cualquiera nombrar pues tan mudado
nuestro semblante está por la abstinencia. 18
Ese -y le señaló- es Bonagiunta, 19
Bonagiunta de Lucca; y esa cara
a su lado, cosida más que otras. 21
tuvo la santa iglesia entre sus brazos:
nació en Tours, y aquí purga con ayunos
el vino y las anguilas de Bolsena.» 24
Uno por uno a muchos me nombró;
y al nombrarles contentos parecían, 26
y no vi ningún gesto de tristeza. 27
Vi por el hambre en vano usar los dientes
a Ubaldín de la Pila y Bonifacio, 29
que apacentara a muchos con su torre. 30
Vi a Maese Marqués, que ocasión tuvo 31
de beber en Forlí sin sequedades,
y que nunca veíase saciado. 33
Mas como hace el que mira y luego aprecia
más a uno que otro, hice al luqués,
que de mí más curioso parecía. 36
Él murmuraba, y no sé que «Gentucca» 37
sentía yo, donde él sentía la plaga
de la justicia que así le roía. 39
«Alma  dije- que tal deseo muestras
de hablar conmigo, hazlo claramente,
y a los dos satisfaz con tus palabras.» 42
«Hay nacida, aún sin velo, una mujer
--él comenzó- que hará que mi ciudad
te plazca aunque otros muchos la desprecien. 45
Tú marcharás con esta profecía:
si en mi murmullo alguna duda tienes,
la realidad en claro ha de ponerlo. 48
Pero dime si veo a quien compuso
aquellas nuevas rimas que empezaban:
«Mujeres que el Amor bien conocéis.» 51
Y yo le dije: «Soy uno que cuando
Amor me inspira, anoto, y de esa forma
voy expresando aquello que me dicta.» 54
«¡Ah hermano, ya comprendo ---dijo- el nudo
que al Notario, a Guiton y a mí separa
del dulce estilo nuevo que te escucho! 57
Bien veo ahora cómo vuestras plumas
detrás de quien os dicta van pegadas,
lo que no sucedía con las nuestras; 60
y quien se ponga a verlo de otro modo
no encontrará ninguna diferencia.»
Y se calló bastante satisfecho. 63
Cual las aves que invernan junto al Nilo,
a veces en el aire hacen bandadas,
y luego aprisa vuelan en hilera, 66
así toda la gente que allí estaba,
volviendo el rostro apresuró su paso,
por su flaqueza y su deseo raudas. 69
Y como el hombre de correr cansado
deja andar a los otros, y pasea
hasta que calma el resollar del pecho, 72
dejó que le pasara la grey santa
y conmigo detrás vino Forese,
diciendo: «¿Cuándo te veré de nuevo?» 75
«No sé -repuse-, cuánto viviré;
mas no será mi vuelta tan temprano,
que antes no esté a la orilla mi deseo; 78
porque el lugar donde a vivir fui puesto,
del bien, de día en día, se despoja,
y parece dispuesto a triste ruina.» 81
Y él: «Ánimo, pues veo al más culpable, 82
arrastrado a la cola de un caballo
hacia aquel valle donde no se purga. 84
La bestia a cada paso va más rauda,
siempre más, hasta que ella le golpea,
y deja el cuerpo vilmente deshecho. 87
No mucho han de rodar aquellas ruedas
-y miró al cielo- y claro habrá de serte
esto que más no puedo declararte. 90
Ahora quédate aquí, que es caro el tiempo
en este reino, y ya perdí bastante
caminando contigo paso a paso.» 93
Como al galope sale algunas veces
un jinete del grupo que cabalga,
por ganar honra en los primeros golpes, 96
con pasos aún mayores nos dejó;
y me quedé con esos dos que fueron
en el mundo tan grandes mariscales. 99
Y cuando estuvo ya tan adelante,
que mis ojos seguían tras de él,
como mi mente tras de sus palabras. 102
vi las ramas cargadas y frondosas
de otro manzano, no mucho más lejos
por haber sólo entonces hecho el giro 105
Vi gentes bajo aquel alzar las manos
y gritar no sé qué hacia la espesura,
como en vano anhelantes chiquitines 108
que piden, y a quien piden no responde,
mas por hacer sus ganas más agudas,
les muestra su deseo puesto en alto. 111
Luego se fueron ya desengañadas;
y nos aproximamos al gran árbol,
que tanto llanto y súplicas desdeña. 114
«Seguid andando y no os aproximéis:
un leño hay más arriba que mordido
fue por Eva y es éste su retoño.» 117
Entre las frondas no sé quién hablaba;
y así Virgilio, Estacio y yo, apretados
seguimos caminando por la cuesta. 120
Decía: «Recordad a los malditos 121
nacidos de las nubes, que, borrachos,
con dos pechos lucharon con Teseo; 123
y a los hebreos, por beber tan flojos, 124
que Gedeón no quiso de su ayuda,
cuando a Madián bajó de las colinas.» 126
Así arrimados a uno de los bordes, [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

  • zanotowane.pl
  • doc.pisz.pl
  • pdf.pisz.pl
  • zboralski.keep.pl