X


[ Pobierz całość w formacie PDF ]

tuviera su futura esposa y �l descubrió, para su sorpresa, que quer�a lo mismo. Como
era evidente que no casar�a con Susan Tratter, deb�a recuperarlo.
Sab�a que no ten�a una excusa v�lida. Le hab�a dado el anillo por propia voluntad,
y parec�a algo grosero ped�rselo de vuelta. Para dejar a salvo tanto los sentimientos
de ella como su propia conciencia, Stuart hab�a reunido dinero para comprarle un
regalo en reemplazo del anillo, un lujo que no pod�a permitirse, y hab�a enviado una
nota solicitando una entrevista. Si Charlotte Griffolino hubiera sido una mujer
razonable, Drake sencillamente habr�a explicado el asunto. Pero su amable misiva
hab�a sido devuelta sin abrir; luego, cuando se presentó en la puerta de la casa, el
mayordomo le hab�a negado la entrada recomend�ndole que no regresara. Habiendo
fracasado por medios l�citos, y con el orgullo herido, Stuart decidió recurrir a medios
il�citos: robar�a el anillo.
Cuando el coche partió con las tres se�oras a bordo  Susan, su t�a y la cantante
italiana que viv�a con ellas , Stuart tomó un �ltimo trago de whisky para darse
valor, apartó las ramas y se escurrió por un costado, desde donde pod�a escabullirse
hacia el jard�n trasero de la casa.
Una vez dentro, se abrió camino hacia una hilera de ventanas a oscuras. Como las
se�oras hab�an salido, de seguro los criados se habr�an retirado a las habitaciones del
altillo o a la cocina, y los pisos principales estar�an vac�os; al menos eso esperaba.
Con poco esfuerzo encontró una ventana sin cerrojo, se trepó al alf�izar y entró.
Permaneció inmóvil y en silencio. Luego, con cautela, se puso de pie y miró a su
alrededor, acostumbrando los ojos a la oscuridad.
[ 32 ]
Caroline Linden Pasión Secreta
Era una biblioteca. La habitación ol�a a polvo y abandono. Stuart ahogó una
maldición al darse cuenta de que sus huellas quedar�an marcadas en el piso. Dejó la
ventana abierta y caminó de puntillas hasta la alfombra, pero se topó con una gran
caja.
 �Maldición!  dijo, sin voz, tom�ndose la rodilla. �Qu� diablos hac�a eso en
medio del cuarto? Con cuidado, comenzó a avanzar a tientas, pero enseguida vio que
hab�a muchas cajas m�s y varios ba�les. Docenas, al parecer, y todas ubicadas
precisamente en su camino. Estiró el brazo para tocarlas y se tropezó con algo bajo y
redondo; una alfombra enrollada, sobre la que cayó con la rodilla lastimada. Avanzó
gateando y se golpeó en la cabeza contra un ba�l con varillas de metal y maldijo en
voz alta cuando algo pesado y extra�amente peludo cayó del ba�l y le tapó la cabeza.
 �Maldita sea!  exclamó, en un momento de p�nico. �Habr�a delatado su
presencia? �Lo hab�an atrapado? Se puso de pie, con el corazón lati�ndole con fuerza.
�La casa estar�a llena de trampas para desventurados ladrones?
Le llevó unos minutos, pero por fin se convenció de que no hab�a motivos para
alarmarse. Pensó volver a salir por la ventana; le parec�a que hac�a una hora que
estaba en la casa y ni siquiera hab�a encontrado la puerta de entrada a esa habitación.
�Val�a la pena sufrir eso por el anillo? Stuart pensó en todas las veces que hab�a
decepcionado a su madre y volvió a la ventana. Controlando la respiración, levantó
apenas la cortina, para que entrara un rayo de luna y le permitiera ver dentro de la
habitación. Lo que se le hab�a ca�do encima parec�a una piel de tigre. Se la quedó
mirando, asqueado y curioso. �Qu� clase de mujer guardaba algo as� en la casa?
Sacudió la cabeza. No era momento de ponerse a reflexionar sobre la naturaleza
de Charlotte Griffolino. Estaba all� para recuperar lo suyo e irse lo m�s r�pido
posible. Cerró la ventana, ya m�s confiado, se abrió camino a trav�s de la habitación
y salió al corredor.
Hab�a sólo una l�mpara encendida cerca de la puerta. El corredor, como era de
esperar, estaba vac�o. Subió la escalera, cruzando los dedos para encontrar r�pida y
f�cilmente la alcoba de Susan. Al llegar arriba, se detuvo para escuchar. Las criadas
pod�an estar cerca, ordenando las habitaciones de sus se�oras. Pero todo se
encontraba en silencio, y empezó a tantear puertas.
Estaba llegando al tercer picaporte cuando oyó voces: risitas femeninas que ven�an
subiendo por la escalera. Stuart abrió la puerta, se deslizó dentro de la habitación y la
cerró con suavidad. Se ubicó contra la pared del otro lado de la puerta, conteniendo
la respiración y aguzando el o�do. Las voces se acercaron. Por encima del retumbar
de su propio corazón alcanzó a o�r que una contaba algo sobre su novio, un asistente
del sastre. Siguieron conversando y las voces se hicieron m�s quedas, aunque no
desaparecieron del todo. Parec�a que no iban a entrar en la habitación.
Despacio, Stuart apoyó la frente contra la pared y respiró hondo. Por el momento
[ 33 ]
Caroline Linden Pasión Secreta
estaba atrapado all�, y que esa no fuera la habitación que �l buscaba empeoraba la
situación. Es m�s, sab�a muy bien a qui�n pertenec�a. El perfume c�lido y exótico que
recordaba tan bien, el alboroto de colores de las telas suntuosas... sólo pod�a ser el
dormitorio de Charlotte Griffolino, y por un momento �l olvidó su dif�cil situación.
El fuego estaba bajo, pero daba suficiente luz como para ver. El lugar en s� era
com�n, pero los objetos personales brillaban incluso a la luz mortecina del hogar. La
ropa de cama era azul y verde; pasó la mano por el edredón, notó que era de lino
muy fino. Un escritorio descansaba en un rincón y un div�n yac�a cerca del fuego,
ambos cubiertos de ropa. Stuart comprobó complacido que ella no era muy prolija.
Se detuvo, prestando atención, pero el murmullo de voces continuaba en el corredor.
Segu�a atrapado. En ese caso, bien pod�a ponerse cómodo. [ Pobierz całość w formacie PDF ]

  • zanotowane.pl
  • doc.pisz.pl
  • pdf.pisz.pl
  • zboralski.keep.pl
  • Drogi użytkowniku!

    W trosce o komfort korzystania z naszego serwisu chcemy dostarczać Ci coraz lepsze usługi. By móc to robić prosimy, abyś wyraził zgodę na dopasowanie treści marketingowych do Twoich zachowań w serwisie. Zgoda ta pozwoli nam częściowo finansować rozwój świadczonych usług.

    Pamiętaj, że dbamy o Twoją prywatność. Nie zwiększamy zakresu naszych uprawnień bez Twojej zgody. Zadbamy również o bezpieczeństwo Twoich danych. Wyrażoną zgodę możesz cofnąć w każdej chwili.

     Tak, zgadzam się na nadanie mi "cookie" i korzystanie z danych przez Administratora Serwisu i jego partnerów w celu dopasowania treści do moich potrzeb. Przeczytałem(am) Politykę prywatności. Rozumiem ją i akceptuję.

     Tak, zgadzam się na przetwarzanie moich danych osobowych przez Administratora Serwisu i jego partnerów w celu personalizowania wyświetlanych mi reklam i dostosowania do mnie prezentowanych treści marketingowych. Przeczytałem(am) Politykę prywatności. Rozumiem ją i akceptuję.

    Wyrażenie powyższych zgód jest dobrowolne i możesz je w dowolnym momencie wycofać poprzez opcję: "Twoje zgody", dostępnej w prawym, dolnym rogu strony lub poprzez usunięcie "cookies" w swojej przeglądarce dla powyżej strony, z tym, że wycofanie zgody nie będzie miało wpływu na zgodność z prawem przetwarzania na podstawie zgody, przed jej wycofaniem.